sábado, 24 de mayo de 2008

De grandes copas a copichuelas

La final de la Champions es lo más grande del fútbol internacional a nivel de clubes, y el pasado miércoles pudimos darnos cuenta de ello. En el estadio Luzhniki de Moscú se juntaron todo el glamour y dinero del Chelsea de Abramovich con la tradición y el poder del United de los de Ferguson. Un duelo tan equilibrado como este era imposible que no terminase con un desenlace como el que tuvo, empate a 1-1. Todo parecía parejo, dos porteros extranjeros y veteranos, las estrellas de ambos equipos cumpliendo su papel anotando sus respectivos tantos (Lampard y Ronaldo), dos líneas defensivas de lo mas potente y aguerrido del mundo (Ferndinand y Vidic contra Carvalho y Terry), un centro del campo compacto y ordenado (Makekele y Ballack frente a Scholes y Carrick) una delantera que no ha estado a la altura de las circunstancias (ni Drogba ni Rooney estuvieron a la altura de una final) y una prorroga agónica que anunciaba a voces que los penalties volverían a ser los encargados de hacer llorar a unos y saltar de alegría a otros. En estas ocasiones, el encargado de soportar la cruz de la derrota suele ser uno de los estandartes del equipo, y tras el lanzamiento errado por Ronaldo parecía que el luso iba a ser el elegido para ello, un castigo demasiado cruel tras haber realizado una de las mejores temporadas de la historia en la Premier. Sin embargo, otro peso pesado del Chelsea, su eterno capitán John Terry, tuvo el resbalón más inoportuno de toda su carrera, justo en lanzamiento desde el punto de penalti que de haber entrado habría dado la primera copa de Europa al equipo londinense. Pero el fútbol es a veces así de cruel, y tras anotar el hombre record del Manchester (Giggs), fue el trotamundos Anelka quien falló el disparo decisivo otorgando el título de héroe del partido al holandés Van der Saar, quién doce años después volvía a recoger el preciado trofeo.

Mientras tanto, en el centro del terreno, las lágrimas de tristeza de Ronaldo, se convertían en lágrimas de alegría en cuestión de segundos y eran los ‘blues’ quienes asistían incrédulos al fatal desenlace.


Pero hoy he querido ‘desintoxicarme’ de estrellas, dinero, magnates, merchandising, glamour, jugadores mediáticos y demás tópicos de las grandes finales, para hablar de la final de la Copa de Escocia que enfrentaba al todopoderoso Rangers contra el desconocido Queen of the South de la Division One escocesa. Antes de sentarme a ver ese partido, pude disfrutar del partido de promoción a la Premier que nos depararía el tercer club que acompañaría a West Bromwich Albion y Stoke City. En Wembley se enfrentaban el Bristol City y el Hull City, el partido fue intenso y emocionante como si de una final se tratase, y al final quien se llevó el gato al agua y consiguió el triunfo que le aupa por primera vez en sus 89 años de historia fue el Hull gracias a una volea del incombustible Windass, quien a sus 39 años vivió probablemente el momento más emotivo de su carrera.

De Wembley a Hampden Park en 2 minutos para comprobar como un partido de guante blanco se puede convertir en un vibrante coche con incertidumbre hasta el final. El gran Glasgow Rangers se enfrentaba al modesto Queen of the South, tras los fracasos de la úlitma semana dónde vió como se le escapaba la final de la Copa de la Uefa tras perder por 2 a 0 frente al Zenith ruso y perder la liga escocesa en detrimento del Celtic al no poder con el Aberdeen en la última jornada. Sin embargo el modesto QoS llegaba con los deberes cumplidos tras haberse asegurado la participación en la próxima copa de la Uefa y terminar la temporada en un honroso cuarto puesto teniendo en cuenta que hace poco militaba en la segunda division (equivalente a la 2ªB española). Así pues los chicos del Rangers salieron a por todas dando un baño a los chavales del QoS a quienes parecía que les pesaban las botas en un escenario tan grande y ante un club de tanta entidad. Los goles de Beasley y Boyd antes del descanso auguraban un plácido partido para los azules (hoy de blanco), pero el comienzo de la segunda parte dio un giro de 360º y en tan solo 3 minutos los chicos del Queen anotaron dos golazos por medio de Thos tras una gran jugada y posteriormente tras un testarazo del gigantón Thomson. Los nervios atenazaron a los de Smith que pudieron incluso perder el partido, pero fue de nuevo su salvador Boyd quien anotó el 3-2 definitivo a falta de 20 minutos y dió una victoria agónica aunque merecida, que de algún modo reconoce la buena temporada de los del español Cuellar quién además se ha convertido en el mejor jugador de la liga escocesa en su primer año allí.

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