viernes, 7 de septiembre de 2007

Más que fútbol, sentimiento

Desde que nací, he vivido y mamado el fútbol en mi casa, desde pequeñito empecé a acudir al Calderón a ver al Atleti cuando ganaba, cuando perdía, cuando jugaba bien y cuando la hacía mal, y así he seguido hasta hoy. El ser atlético conlleva que el fútbol no gusta solo por el espectáculo en sí, si no sobre todo por el sentimiento y afición, y será por eso que siempre me he identificado con el fútbol ingles, un fútbol en el que prima sobre todo la fidelidad a un equipo, la entrega de los jugadores a un escudo y una afición que les venera.

El primer contacto que tuve con el futbol inglés fue en la final de la copa de Europa del 81 en la que el Liverpool venció 1-0 al Real Madrid, era un chaval (tenía 11 años) y recuerdo aquel gol del lateral Kennedy, a su portero Clemence, a Dalglish... Luego en el mundial de España 82 descubrí a figuras consagradas como McDermott o Keegan y otras emergentes como Glen Hoddle. Luego llegaron los tristes acontecimientos de la final de Heysel del 85 que nos privaron de fútbol inglés en Europa durante 5 temporadas (6 para el Liverpool). No por ello los jugadores abandonaron sus equipos para jugar en Europa, solo unos pocos como Lineker (Barça) Wilkins (Milan) o Hoddle (Mónaco) lo hicieron, algo impensable en nuestros días en los que la fidelidad a los clubes dista mucho del comportamiento que tuvieron los ingleses entonces. Sin embargo grandes figuras como Barnes y Beardsley (Liverpool) Robson (Manchester) Adams (Arsenal) o Waddle (Tottenham) siguieron dando tardes de gloria a sus aficiones.

Cuando realmente me enganché a la liga inglesa (no se convierte en Premier League hasta la temporada 92-93) fue a principios de los 90 cuando Telemadrid empezó a retransmitir sus partidos. Me emocionaba ver los partidos los sábados después de comer como si fuese una peli sin anuncios, sin interrupciones, con el balón de arriba abajo, no importaba quien jugase en casa y quien fuera, quien iba primero y quien el último, el ritmo e intensidad del partido siempre era elevado, ya podían jugar en un patatal que en una alfombra que los jugadores se entregaban siempre al máximo. El respeto entre los jugadores, el árbitro y las aficiones era total, era un fútbol rudo, a veces duro, pero la nobleza y deportividad predominaba sobre la picardía y la maldad a la que estamos acostumbrados ahora. Me alucinaba ver al final del partido siempre a los dos equipos saludar a sus respectivas aficiones fuese cual fuese el resultado y la gente respondiendo con cánticos como demostración de afecto a su entrega, algo a lo que no estaba acostumbrado en España. Por supuesto, también estaba el fútbol, en el que dentro del juego a veces brusco otras torpe pero siempre intenso, podías encontrabas a un jugador capaz de deslumbrar con sus genialidades y toques de calidad, jugadores como Paul Merson, David Rocastle y Bergkmap (Arsenal) Matt Letissier (Southampton) Chris Waddle (Tottenham- Sheffield W.) Alan Shearer (Blackburn Rovers) Paul Gascoigne (Tottenham) Eric Cantona (Leeds-Manchester) Mc Manaman y Fowler (Liverpool) David Platt (Aston Villa) y tantos otros, algunos de ellos perfectos desconocidos.


Lo que terminó por identificarme con el fútbol ingles fue la lectura del imprescindible libro de Nick Hornby, Fever Pitch, en el que refleja perfectamente el prototipo de seguidor de fútbol británico. Narra la historia real de un chaval (Hornby) desde que su padre le lleva a ver un partido del Arsenal allá por 1968 y como llega a enamorarse de ese club que le regala tardes de empates a cero y goles de rebote. Quizá la gran mayoría de la gente que dice que entiende de fútbol junto a cuatro amigotes en la barra del bar, no pueda entender esto, ya que hay mucho aficionado que solo se arrima a lo que dice la prensa o hacia el equipo ganador, sin sentimientos propios, sin embargo creo y espero que haya gente por ahí que sea capaz de emocionarse solo con el hecho de escuchar el himno de su equipo, aplaudirle en todo momento y llevar orgulloso el escudo del club de sus amores.

Como regalo os dejo probablemente el gol más sutil, elegante y perfecto de la historia de la liga inglesa, el autor, quien iba a ser Matt Le God.





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